Restos
se me caen todas las preguntas
cuando pienso en tu ternura
se me caen, te digo
las veo, una a una
de a dos
de a seis
de a muchas
indeseable interrogatorio, es
qué tortura pensar en tu voz recorriéndome
apareciendo despacio
por la curvatura de mis pestañas
escurriéndose por toda la cara
terminando en el final del lóbulo de mi oreja
ay...
qué suplicio ese pellizco que me arrojó al agua
que me calma y me esconde
en tu sombra animal
me dejaste todos los restos
de todo lo que necesitaste
de mí, y de vos
de mí, como espejo tuyo
y yo, y yo que me cargo de más preguntas
que aúllan, que ladran dentro de mi ser
¿qué estoy diciendo?
¿no ves?
no dejo de pensar...
y pregunto
menos mal...
por estas preguntas
es que escribo,
y no ceso de hacerlo
y reconozco que regocijo -un poco- de que suceda así
Tal vez, y tal vez sólo un consejo
¡no! una advertencia
no nos distraigamos sólo por el ego del placer
es que sabés, que si respiramos a centímetros de distancia
nos embriagamos
de vos, de mí
de la distancia que en realidad nunca fué
que sólo fue una excusa para evadirnos
al final, entre tantas palabras, creo, empiezan
de a poco
a aparecer las respuestas
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