Ejercicio de las libertades

La incesante agonía de no poder estar permaneciendo ni aquí ni allí. La profunda confusión de no ser más el cuerpo que solía pensar como lo hacía antes.  La continua necesidad de seguir dudando.
Esta duda que no quiebra, esta pregunta que apenas a remota distancia puedo palpar.

Una vez más me acerco al espejo y pregunto cuánta exposición basta para darme cuenta que. por más que haga como si nada sucediera, la madera se sigue tallando con la misma intensidad que los cazadores talan los árboles.
Éste es el bosque que me protege, hacedor de todos los fuegos que me saben encender.
Inicio el camino de la intuición, barro una a una todas las cenizas que supieron teñirme de gris.
¿Cómo no me había dado cuenta?
Es, en el centro de esa hoguera dónde guardo todos los impulsos. ¡¿Cómo no me había dado cuenta?!
Es, este hacer, el ejercicio de todas las libertades.

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